Rubén
Cano Cano
Rubén Cano inició su trayectoria en la alfarería en 1993, inspirado por la tradición de su pueblo natal, Mota del Cuervo, y su familia, particularmente por su abuela Ascensión Contreras García, una de las últimas afamadas cantareras de la localidad. De su mano, aprendió no solo las técnicas ancestrales de esta alfarería femenina, sino también la historia y el significado cultural y humano de este oficio, eje fundamental de la vida e identidad del barrio gremial de Las Cantarerías. En 2001, se matriculó en el Ciclo Formativo de Grado Superior en Cerámica Artística, en la Escuela de Arte Talavera de la Reina, donde se sumerge en el universo de la cerámica, adquiriendo nuevos conocimientos y habilidades, tanto técnicas como creativas y donde conoce obras de otros artistas, lo que enriqueció ampliamente su visión artística. En 2003, continuó su formación con un Ciclo Formativo de Grado Medio en Alfarería, para especializarse en la técnica con la que más se identifica, el torno. Después de años alejado de la cerámica, decide retomar la actividad y enfocarse en la alfarería tradicional de su pueblo, ya que el barro lo conecta con la naturaleza y con su historia personal, familiar y cultural. A través de un proceso creativo intacto: arcilla local, urdido en torno bajo y cocciones en horno de leña, cada pieza que crea es un reflejo de su respeto por la tradición y su deseo de mantener vivo un legado y un oficio en riesgo de desaparición. Sus trabajos son más que simples cacharros de alfarería, son testimonios de la historia y la cultura de un barrio y de su familia. Rubén Cano no solo revive una tradición prácticamente desaparecida, sino que también transmite su conocimiento y pasión por esta alfarería a las nuevas generaciones, cumpliendo un doble rol: el de creador de piezas y el de preservador de la historia y la identidad de su pueblo.