
Miriam
Márquez
Vengo de un pequeño pueblo de Toledo, Los Navalmorales, donde aprendí desde niña que la costura no es solo un oficio, sino un lenguaje cargado de memoria y belleza. Mi abuela fue modista en tiempos difíciles, en plena posguerra. Me contaba mi madre que desde Madrid venían mujeres a encargarle trajes inspirados en Chanel, porque en cada puntada de sus manos había elegancia y esperanza. Esa herencia fue el hilo invisible que me unió a una vocación que me acompaña desde siempre. De pequeña diseñaba colecciones para mis muñecas, y mientras otras niñas jugaban, yo soñaba con tejidos, hilos de colores y patrones. En los veranos, aún siendo estudiante de EGB, ya dedicaba mis días a formarme en corte y confección. Con apenas veinte años me trasladé a Toledo para estudiar patronaje y diseño de moda, y poco después emprendí mi primera empresa, convencida de que mi vida estaría unida a este oficio. Con el tiempo descubrí que lo que me define es la sastrería femenina. Creo en la fuerza de una chaqueta bien hecha, esa prenda capaz de acompañar a una mujer en cualquier momento importante de su vida. Para mí la costura es tiempo detenido: trabajar sin prisa, con cariño, buscando la belleza en cada puntada. Hoy vivo en Talavera de la Reina, ciudad que durante muchos años, a finales del siglo pasado y principios del actual, además de ser mundialmente reconocida por su cerámica, también fue sinónimo de confección. Aquí quiero continuar con este legado y transmitirlo a las nuevas generaciones. Mi propósito es hacer un lujo accesible, sin renunciar nunca a la exclusividad ni a la excelencia que merece cada prenda. Y, sobre todo, quiero aportar mi granito de arena para que Castilla-La Mancha siga siendo tierra de artesanos en todas sus modalidades, manteniendo vivo el orgullo de nuestra tradición.